“¡Esta casa se nos ha quedado pequeña!”. Esta demoledora frase pronunciada por mi pareja en medio del primer confinamiento domiciliario por la pandemia de COVID19 supuso el punto de inflexión. Ni que decir tiene que tenía toda la razón. Ahora que de repente teníamos que usar la casa sí o sí, empezábamos a ver que las costuras de nuestro hogar empezaban a saltar por los aires.
Durante los 14 años anteriores nuestra casa había sido un simple “sitio donde dormir”. Una ajetreada vida estructurada en torno al trabajo, las aficiones fuera de casa y los mil y un compromisos derivados de ambos hacían que nuestra vida social fuera “muy intensa” por llamarla de alguna forma. "Un puto lío diario" podría ser otro nombre.
Y he aquí que de repente nuestros dos hijos, nosotros mismos y nuestro perro (¡Cómo te echo de menos!) debíamos pasar los siguientes 15 días (qué ilusos...) entre estas las cuatro paredes de un adosado de 75 metros cuadrados al que teníamos poco o ningún cariño y en el que al principio no sabíamos bien ni lo que hacer. De hecho, en innumerables ocasiones nos habíamos planteado mudarnos a un lugar más grande, así que en ese momento creímos que había llegado el momento.
Aquí que nos pusimos manos a la obra. A pesar de que el teletrabajo y el “telecolegio” convirtió pronto nuestra vida en una “jornada intensiva”, sacábamos tiempo para buscar en las webs inmobiliarias nuestro próximo destino. El plan era claro, tan solo había que poner la casa actual en venta, pagar lo que restaba de hipoteca, pedir una nueva hipoteca y que todo comenzara a rodar de nuevo… ¡Fácil y sencillo!
Pasaron los primeros 15 días, los segundos, los terceros, las salidas a pasear por la tarde, los días más largos… ¡Y llegamos a junio y seguíamos haciendo números y buscando casas!
Ni que decir tiene que el confinamiento trajo además una nueva “afición” a nuestras vidas: Amazon y AliExpress. Cosas tan importantes en la vida de cualquier persona como una “máquina de cupcakes” o una “palomitera eléctrica”, entre otras muchas “imprescindibles” cosas, llegaron a nuestra ya de por sí “pequeña y atestada casa”. La apuesta iba subiendo…
Así que llegó el verano y con él la relajación de las medidas antipandemia. El poder salir a pasear de por el campo de nuevo o darse un chapuzón en alguna cala recóndita (que no estaba la cosa para arriesgar…) nos empezó a infundir de una nueva calma. De repente “echábamos de menos” nuestro hogar, una especie de síndrome de Estocolmo nos invadió por completo. Porque no decirlo, el periodo de confinamiento nos reveló que quizás habíamos olvidado lo que era estar juntos en casa, hacer cosas en familia y algo había cambiado en nuestras mentes.
Y un día cualquiera nuestro cerebro hizo “clic”, comenzamos a entender que nuestra casa no se había quedado pequeña, sino que la habíamos llenado de demasiadas cosas inservibles. Y que lo único que necesitábamos, el espacio para relacionarnos, para ser personas, ahora estaba ocupado por cosas y más cosas. Ahí comenzó mi camino hacia eso que ahora sé que se llama “minimalismo”, o "practicar el desapego".
Mi hija lo llama "papá quiere tirar todas mis cosas otra vez". A mi hijo le da igual, en su desorden no sabe ni lo que tiene, pero gracia tampoco le hace. Y mi mujer, "tú haz con tus cosas lo que quieras, pero las mías se quedan". A ver, nadie ha dicho que esto fuera fácil. Pero lo intentamos.
¿Entonces cómo dices que se llama esto? ¿Minimaqué?
No te voy a engañar, cuando empecé con esta “movida” yo no sabía que era el minimalismo, es más, creo que a día de hoy aún no lo sé, ni falta que me hace. Mi única certeza era la de saber que nuestra vida estaba llegando al punto de no retorno en lo que a acumular cosas se refiere y que teníamos que buscar una solución.
Nuestra primera opción pasó por buscar una casa más grande, que años después hemos acabado comprando, pero por otros motivos, pero en aquellos momentos era lo que viene a ser: “patadón palante”. Estaba claro que era una solución que no se sostenía, ni mental ni económicamente, por lo que, después de muchas excusas para intentar no pensar, finalmente comenzamos a hacernos la pregunta más importante que encontrarás hoy: “¿Por qué acumulamos cosas?”.
Aunque puedes encontrar muchas teorías en libros de psicología o en Internet sobre el porqué de la acumulación de objetos, creo que casi todos podemos encajarnos en 3 tipos de personas: las que no tienen tiempo para nada, las que viven asustadas con el futuro y las que se aferran al pasado. También está quien tiene un poco de las tres cosas, como es mi caso.
Ya te he contado que la falta de tiempo hacía que pasáramos poco tiempo en casa, lo que hacía que el desorden o la acumulación de objetos pudieran ser excusados. “El día que tenga tiempo me pondré a ordenar y tirar lo que no sirve…” ¿Quién no ha dicho esa frase alguna vez?
Si a eso le sumas un poquito de: “Esto no lo tiro por si me da otra vez por tocar la guitarra”, “Esto no lo tiro por si me da otra vez por tocar la armónica”, “Esto no lo tiro porque es un recuerdo de cuando mi hijo el pequeño hizo la mili en Canarias”, “Esto no lo tiro por si…”, pues tienes el cocktail perfecto para acabar saliendo una tarde en España Directo con la casa llena de cosas y los vecinos quejándose de la acumulación de mierda…
En fin, que no hay que llegar a ese extremo, pero lo que hacemos por calmar nuestra ansiedad a veces se sale de madre, así que antes de llegar a hacer cosas muy locas creo que es mejor intentar entender el porqué de nuestras pulsiones acumuladoras y con ello intentar poner un remedio eficaz y sencillo.
En nuestro caso, pusimos en marcha todo con 4 estrategias diferentes:
Como resumen, te diré que, bueno, tenemos menos cosas. Además, hemos hecho dos mudanzas en 2 años y ello ha contribuido a tirar aún más cosas. No vivimos en un loft sin muebles ni cacharros, pero nuestra casa está bastante "vacía" comparada con la media. Simplemente, intentamos, poco a poco, tener menos cachivaches variados por aquí y por allá. Y ser conscientes de que el espacio vacío también es necesario. ¡Ya vendrán visitas para llenarlo!
¿Y qué tiene que ver esto con la tecnología o con el mundo IT? Pues no lo sé, pero quizás mucho más de lo que piensas... ¡Ahí lo dejo!
¡FELIZ DOMINGO!
Protecting what matters most
Los capítulos de esta semana:
Todos aquí: https://go.ivoox.com/sq/2343562
Los enlaces que he ido recopilando:
¿Y las gorras no las tiraste? ¿Cuántas tienes? ¿Y los cochecitos?