El primer mensaje que se intentó enviar por Internet fue un “LOGIN”.
Pero no llegó completo.
Se colgó la máquina tras las dos primeras letras. Así que, técnicamente, el primer mensaje de la historia de Internet es:
LO
Y en cierto modo, no deja de ser una advertencia.
“Lo que empieza mal, termina mal...”
Porque Internet no nació con planes de conquista ni con campañas de marketing. No había unicornios, ni rondas de inversión o métricas de retención. Tampoco había influencers con "ring lights".
Simplemente, era un experimento colaborativo entre universidades y centros de investigación, que nació con fines académicos, también militares, pero sobre todo colaborativos. Para unir redes, no para dividirlas. Para compartir conocimiento, no para confundir. Internet no era un escaparate infinito de vidas falsas.
Internet nació con ganas de conectar cerebros, no carritos de la compra.
Pero eso fue antes.
Antes de que pensáramos (o pensaran) que Internet era Google. O que Internet era Facebook. Antes de que alguien confundiera la red con el escaparate. Y el conocimiento con el scroll infinito.
Hoy preguntas por Internet y lo que te devuelven son logos. Servicios. Plataformas. Hay gente que piensa que cuando se va WhatsApp, se ha caído “Internet”. Y cuando no pueden entrar en Instagram, asumen que la red se ha roto. En realidad, la red sigue funcionando perfectamente. Lo que pasa es que tú no sabes ni dónde estás metido.
Nadie sabe lo que hay debajo.
Cómo se enrutan los paquetes, cómo se propagan los nombres, quién decide lo que se ve… o lo que se cae. ¿BGP? ¿DNS? ¿IXPs? Suena a sopa de letras para expertos. Mejor no tocar nada. Mejor aceptar lo que venga, con sus anuncios, sus bloqueos y sus TOS de 49 páginas que nadie lee.
Internet, esa red que debía ser neutral y distribuida, se ha convertido en una red domesticada, vigilada, filtrada, manipulada. Una red que parece libre porque puedes elegir entre tres cosas. Como en un menú infantil: Hamburguesa, pizza o nuggets. Y si no te gusta, será que tienes mal gusto, nunca que el menú es una mierda.
Y ándate con cuidado si eliges otra cosa, recuerda cómo acabó Aaron.
Porque hubo un momento dado donde la información se convirtió en opinión. Y la opinión en moneda de cambio. Publicar hechos ya no basta. Tienen que emocionar, indignar o, como mínimo, viralizar. Da igual si es verdad o no: lo importante es que tenga engagement. La verdad es un dato opcional.
Creamos algoritmos para que decidieran por nosotros. Y ahora nos dan exactamente lo que queremos: ruido. Confirmación. Contenido diseñado para que no te levantes del sofá. Ni del feed. Ni del túnel. El usuario promedio ve lo que el algoritmo considera que le conviene. No lo que busca, ni lo que necesita. Se trata de que le entretenga lo justo para NO hacerse preguntas.
Mientras tanto, gobiernos y corporaciones construyen muros invisibles. No hay fronteras en la red… salvo que estés en China. O en Rusia. O en Irán. O en España cuando juega el Madrid. Algunos países bloquean webs por razones políticas. Otros, por derechos deportivos. Lo importante es el control. La excusa es lo de menos.
Y con la inteligencia artificial hemos cerrado el círculo. Ya no hace falta silenciar: Basta con confundir. Hay tantas voces que no se oye nada. Hay tanta información que nadie se informa.
Hay tanta libertad… que solo ves lo que quieren que veas.
Es brillante, en el fondo. El sueño del censor perfecto: una sociedad tan saturada que no sabe ni qué está viendo. Ya no hace falta quemar libros, basta con publicar millones cada hora y ponerles un título chulo en mayúsculas.
En medio de todo esto, algunos aún creen en una Internet abierta, libre, neutral. Una red de proveedores pequeños, independientes. Gente que prefiere configurar un BGP a vivir en un CG-NAT eterno. Héroes anónimos que intentan mantener viva la idea original de la red, a pesar de las leyes, las multas y las cartas de los abogados de Amazon.
Pero ser neutral hoy es un acto de resistencia. Una pequeña rebelión en un mundo que quiere que todo pase por los mismos filtros, las mismas redes, los mismos cables. Porque si no lo puedes rastrear, perfilar, monetizar y explotar… entonces, ¿para qué sirve?
Hemos roto Internet.
No de golpe. No con una ley. No con un cable cortado. La hemos ido rompiendo poco a poco. Cediendo espacios. Dejando que decidan por nosotros. Pensando qué, total, para leer el periódico y ver vídeos de gatos, daba igual.
Pero no da igual.
Porque esto no va de gatos. Va de control. De soberanía. De quién decide qué puedes decir, qué puedes ver, qué puedes hacer.
Y aunque el daño ya esté hecho, aún hay margen. Aún se puede encriptar. Compartir. Enseñar. Decidir. Resistir.
Y lo vamos a hacer, cueste lo que cueste. Porque no queda otra. Porque este fin sí que justifica nuestros medios. Que son pobres, pero son medios.
Después de todo, el primer mensaje no terminó. Solo decía LO.
Quizá, con suerte, lo siguiente que escribamos sea un REBOOT.
Y tal vez llegue entero a su destino...
¡Feliz Domingo!
Protecting what matters most
Todos aquí: https://go.ivoox.com/sq/2343562
He pensado en recopilar las cosas que me van viniendo a la cabeza mientras paso los días haciendo cosas...
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A veces, la mejor forma de evitar el drama es no participar en él...
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¿Construir relaciones a largo plazo ya no está bien visto? ¿Cómo?
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La IA ya sabe lo que quiero antes que yo. Y lo peor es que acierta.
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Me asusta más un router con firmware actualizado que uno vulnerable. Si alguien se ha molestado en parchearlo… es que ya pasó algo.
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Lo que más me inquieta no es que se hagan mal las cosas, sino que a nadie parezca importarle hacerlas bien.
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Al final, cada uno está donde ha elegido estar. Pero aceptar eso duele más que culpar al mundo.
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A veces busco a propósito hacer cosas que se me dan fatal. Me mantienen humilde. Y con la autoestima bajo control.
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Los enlaces que he ido recopilando:
No llego a nada, esta newsletter la termino sobre la bocina, porque tengo una saturación de trabajo que me está volviendo loco, pero es lo que hay... ¡Que somos unos privilegiados!
Así que nada, gracias por estar ahí cada domingo, seguimos hablando por los canales habituales: X y Telegram.
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