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Imagina que es sábado por la mañana.

Estás en tu sofá, en pijama, con una taza de café en una mano y el mando del Chromecast en el otro.

De repente, tu teléfono suena con el sonidito que le tienes puesto al canal "ALERTAS".

Es un aviso de seguridad, la actividad en uno de los firewalls es más alta de lo normal... ¿Un intento de intrusión? ¿Un DDOS? ¿Qué cojones pasa? 🤯🤯🤯

En ese instante, te transformas de un ser humano promedio, que disfruta de la tranquilidad de su fin de semana, a una especie de Tony Stark pobre, que está siendo llamado a vestir su armadura.

Y esto no pasa una vez, esto pasa a todas horas. De hecho, mi mujer me ha buscado ya varios dispositivos para evitar qué determinadas alertas la despierten a ella por la noche... Porque hay cosas que quiero ver yo sí o sí y no estoy dispuesto a desconectar esa alerta por las noches.

Así que mientras lo de implantarse algo en el cerebro se mejora, tiramos de pulseras con modo vibración y tal.

Ya he contado alguna vez la anécdota del burguer con la familia, pero las situaciones se dan en cualquier momento y cualquier lugar.

Lo de tener que parar mientras estamos viendo una serie ya es un clásico. O tener que salirme en cualquier desvío mientras viajo... 12 veces he tenido que parar en algún viaje.

Y claro, esto al final te hace vivir en medio de la paranoia.

La paranoia total.

Y vivir en medio de la paranoia no es fácil.

Porque tu mente está constantemente en modo de batalla, incluso cuando tu cuerpo está tratando de relajarse.

En el mundo de la ciberseguridad, nuestro mayor activo es también nuestra mayor vulnerabilidad: nuestra mente.

Porque ese entrenamiento para anticipar, detectar y reaccionar ante amenazas las 24 horas del día se convierte en una fuente de estrés crónico.

Conciliar el sueño puede sentirse como intentar apagar un ordenador que se niega a desconectarse. Aunque tu cuerpo está listo para entrar en modo de reposo, tu cerebro sigue ejecutando programas en segundo plano. Está analizando amenazas potenciales, repasando la lista de tareas pendientes, y evaluando estrategias de defensa.

Este estado de alerta constante puede dificultar enormemente la capacidad de desconectar, llevando a un descanso fragmentado e insuficiente. Y créeme, que no estoy solo en esto. Es algo endémico del sector.

El precio de esta vigilancia perpetua no se limita a las ojeras. La dificultad para desconectar y la falta de sueño reparador pueden llevarte a problemas más serios, como ansiedad, depresión y, si no paras, el burnout. La explosión final.

La mente necesita descanso para recuperarse y mantenerse fuerte. Sin embargo, el ciclo de vigilancia y respuesta puede atraparnos en un bucle de estrés que nos va jodiendo poco a poco, a veces sin que siquiera nos demos cuenta.

Nuestra profesión exige estar siempre alerta. Sí. Pero debemos establecer límites claros para nuestra salud mental.

Implementar rutinas de desconexión, como meditación, ejercicio, o simplemente actividades que nos alegren, puede ser tan vital para nuestra seguridad como cualquier protocolo de ciberseguridad.

Porque cuando estás agotado no rindes igual y muchas cosas se te pasan.

Es por ello que muchos días me pregunto por qué, después de 12 horas a tope de curro, cojo el coche y me voy 2 horas a tocar la trompeta con los compañeros de la banda. Cuando vuelvo a casa lo entiendo. Han sido 2 horas de pensar en notas, afinación y ejecución. 2 horas que te alargan la vida.  Y mejoran la seguridad de mis clientes.

Hay que hacer cosas, siempre, pero también necesitas hacer OTRAS COSAS. También siempre.

Reconocer la necesidad de ayuda profesional es también un acto de fortaleza, no de debilidad. La terapia y el apoyo social pueden ser herramientas poderosas en nuestra caja de herramientas del bienestar.

Así que, la próxima vez que te sientas abrumado por la paranoia de estar siempre en guardia, recuerda que no estás solo.

Hay una legión de nosotros, protegiendo el mundo digital desde las sombras. Y aunque nuestras capas sean invisibles (y a veces estén hechas de tela de pijama), nuestros esfuerzos son cruciales para mantener a salvo este caótico, pero maravilloso mundo interconectado.

¡Y si no llegas, pide ayuda!

¡Feliz Domingo!


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Los enlaces que he ido recopilando:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Y fin...

Esta semana en Andalucía ha sido un poco especial. Hemos celebrado la fiesta autonómica y los chavales han tenido un "acueducto" de días libres.
 
Así que ha tocado conciliar como se ha podido y en alguna videoconferencia ha salido mi hija pequeña por detrás...😅😅😅
 
Pero es lo que hay, somos personas. Con capa y gorra, pero personas.
 
En fin, que seguimos hablando por los canales habituales: Twitter y Telegram.
 
Por cierto, si quieres puedes invitarme a un cafelito. ☕☕☕

A partir de ahora lanzamos los ataques a partir de las 1:00 AM. ¡A joderle el sueño al Dementor!

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