La verdad es que últimamente voy de cabeza. Los proyectos profesionales me traen por la calle del "estrés continuo" y la sensación de falta de tiempo es constante. Sin embargo, siempre saco un ratito para intentar hablar por el grupo de Telegram, grabar un capítulo del podcast o dejar algo por Twitter o incluso escribir esta newsletter que estás leyendo ahora mismo.
En medio de la vorágine semanal, mientras viajaba dirección Málaga, un buen amigo me llamó al teléfono para preguntarme un par de cosas de unos SFPs y unos Mikrotiks. Me comentó que no necesitaba preguntarme cómo estaba, ya que con toda la información que "consumía" del DeMenToR le era suficiente. Pero me hizo una pregunta: "¿Por qué lo haces? ¿Por qué te expones tanto?".
No era la primera vez que me hacían esa pregunta, o alguna parecida. Recuerdo una conversación veraniega con Tomás Ledo de Tecnocrática en la que me comentó algo similar.
Y he aquí, que esa simple pregunta, a la que contesté medio balbuceando, me ha traído de cabeza toda la semana, porque... ¿De verdad me expongo tanto? Mi sensación no es de exposición, es de sinceridad. O sea, intento mostrarme tal y como soy, obviamente con algunas reservas, pero, al menos, sin mentiras flagrantes.
Porque claro, lo de "exponerse" en mi cabeza suena mal, suena a riesgo, a peligro, y, obviamente, los riesgos no molan. Así que le he dado muchas muchas vueltas a esta historia.
Hay momentos en los que pienso: “¿Y si mejor me quedo callado?”. Porque, al fin y al cabo, nadie te obliga a escribir, a grabar un podcast o a soltar tus ideas por Twitter. Es más, vivir en un discreto segundo plano es una opción perfectamente válida. Pero entonces recuerdo por qué lo hago.
No lo hago porque me guste que la gente me lea, que también. Lo hago porque compartir lo que sé, lo que pienso o lo que experimento me ha llevado a conocer gente increíble, a descubrir oportunidades que jamás habría imaginado y a construir cosas que, de otra forma, no habrían existido. Si no hubiera empezado a escribir y a compartir mis movidas, hoy mi vida sería completamente diferente. ¡Si es que incluso he viajado a China! ¡A China!
Y eso pesa más que cualquier comentario de hater con tiempo libre, de cualquier cartita de despacho de abogados defensor de lobbys gigantes o incluso más que el miedo a equivocarme públicamente. Hasta más que la sensación de “hostia (siempre con h), esto igual se me ha ido de las manos”. Porque, al final, exponerme no es una estrategia, es simplemente mi forma de estar en el mundo.
Y sí, a veces da vértigo. No te voy a engañar. Hay días en los que me pregunto si todo esto tiene sentido, si realmente aporta algo o si simplemente me estoy complicando la vida por gusto. Pero luego pasa algo, una conversación inesperada, un mensaje que me llega, una oportunidad que surge de la nada… y me doy cuenta de que sí, que todo esto tiene su razón de ser. Que, aunque a veces pese, aunque a veces dé pereza, aunque a veces el cuerpo me pida desaparecer un rato, merece la pena seguir gastando ratitos en publicar.
Y justo esta semana, en medio de toda la vorágine de La Liga y Cloudflare, ha ocurrido algo que resume perfectamente por qué sigo haciéndolo. En nuestro canal de Telegram, entre comentarios sobre bloqueos, DNS y VPNs, surgió la iniciativa “Is Cloudflare Down?”. Básicamente, lo que empezó como una simple idea, se convirtió en una red de monitoreo distribuida, con gente de distintos puntos de España reportando accesos y bloqueos en tiempo real. Casi sin quererlo, habíamos montado un NOC de vigilancia descentralizado y replicable. ¿Es o no es una pasada?
Esto no habría pasado si cada uno estuviera en su esquina sin compartir nada. Publicar en Internet no es solo hablar al vacío, es generar ecosistemas. Lugares donde un grupo de “tecnoadictos” (Wallap dixit) se juntan, discuten, comparten conocimiento y, como ha ocurrido esta semana, crean cosas. Y yo no puedo estar más orgulloso de haber contribuido, aunque sea un poco, a que esa gente se haya encontrado y ahora estén ahí, haciendo cosas juntos.
Por eso sigo exponiéndome. Porque la alternativa es el silencio. Y el silencio, en este mundo cada vez más saturado de ruido vacío, es lo único que realmente me daría miedo.
¡FELIZ DOMINGO!
Protecting what matters most
Los capítulos de esta semana:
Todos aquí: https://go.ivoox.com/sq/2343562
Los enlaces que he ido recopilando:
Entonces, ¿para cuándo un Onlyfans?