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Quizás no lo sepas, pero somos aficionados a los rallys... y digo somos porque es una de esas aficiones que compartimos en familia.

Así que hace ya unas semanas, a pesar de que a las siete de la tarde iba a coger un AVE en dirección a Madrid, para al día siguiente volar con destino Hong Kong, nada iba a impedir que nos levantáramos a eso de las cinco de la mañana para ver las dos primeras pasadas del Tramo A del Rally Ciudad de Granada.

Con nosotros, como siempre, nuestros amigos de "fatigas rallyeras", Jose Luis, Marí Ángeles y su hijo, con los que nos encontramos a eso de las 6 y poco. Era de noche vamos.

Todo comenzó bien, desayuno compartido a eso de las siete y media, para ver pasar el primer coche sobre las 8.10... ¡Lo que viene siendo un rally normal y corriente! 

Pero la cosa comenzó a tornarse "épica" cuando uno de nuestros coches "fetiche", un Ford Escort RS2000 pasó por delante de nosotros con un sonido algo extraño. Al poco escuchamos que el motor se paraba un poco por encima de nuestra ubicación. Intentamos acercarnos, pero con el tramo en marcha era imposible.

Así que nada, una vez que esta primera pasada al tramo se dio por finalizada, nos dispusimos a tomarnos "otro tentempié". La verdad verdadera es que a los rallys vamos a comer y reír... no hay otra.

En esas que aparece por nuestro improvisado campamento un piloto, con su mono ignífugo reglamentario, preguntándonos si éramos de la zona. No lo sabíamos todavía, pero era el piloto del Ford Escort.

Nos contó que habían tenido un problema con el latiguillo del combustible, el cual habían conseguido reparar un poco más arriba, pero que toda la gasolina se había derramado, por lo que necesitaba al menos 5 litros de gasolina para poder salir de allí y continuar la competición.

Para el que no sepa cómo funciona esto, la mayoría de pilotos amateurs corre estas pruebas con un coche que ellos mismos reparan, sin asistencia y, porque no decirlo también, con los gastos muy muy ajustados. Era justo el caso.

Imaginaos la desilusión, después de dicho esfuerzo, de quedarte tirado en el primer tramo. Una putada con todas las letras.

Así que, a pesar de que el resto de la gente que estaba por allí, incluidos los organizadores del rally, decidieron dejar al equipo del Escort a su suerte, nosotros estábamos decididos a que el coche corriera la etapa de la tarde.

Jose Luis y yo hablamos con el piloto y le dijimos que no se preocupara, que en cuanto acabara la segunda pasada al tramo, que estaba comenzando, iba a tener gasolina. Sí o sí. Tenía nuestra palabra.

Buscamos la gasolinera más cercana en Google Maps, llamamos para confirmar que tenían garrafas y gasolina Super 98, trazamos la ruta más optimizada y nos dispusimos a preparar el rescate. Ni que decir tiene que esta segunda pasada se nos hizo eterna, nosotros ya no estábamos para ver coches, estábamos allí para rescatar a "nuestro equipo".

En cuanto el coche escoba desbloqueó el camino, estábamos tras él con las furgonetas remontando tramo, encontramos un poco más arriba al Escort, al piloto y al copi, que además descubrimos que se movía en silla de ruedas.

Imaginaos que estaban al sol de un domingo con más de 30 grados, sin que nadie les hubiera acercado ni siquiera una simple botella de agua, así que nuestro "equipo logístico", léase nuestras familias, se encargaron de prepararles algo de beber y de comer. Equipo, equipo y equipo. En esos momentos en nuestras cabezas, el Escort era ya de nuestra familia. Chalados perdidos estamos sí.

Mientras Jose Luis, mi hijo y yo mismo seguíamos tramo arriba a "ritmo rally" en busca de la gasolinera. Algo más de 20 minutos después estábamos repostando 2 garrafas de 5 litros de 98 y en otro tanto volvimos a llegar donde estaba el coche.

Cargamos el depósito... Momentos de tensión mientras se purgaba el circuito y... ¡SONIDAZO! El coche había arrancado, el Ford Escort RS2000, con "nuestro" piloto y copiloto se ponía de nuevo en marcha. Abrazos entre nosotros, aplausos, jolgorio general de todos... ¡Pero cómo estamos tan jodidamente locos! ¡Es que no se puede explicar la sensación!

Por la tarde, seguramente a muchos no les llamó demasiado la atención ese equipo que quedó penúltimo en el Rally, y que, curiosamente, solo tenía tiempo válido en 2 tramos, pero para nosotros ver esos tiempos online (en mi caso desde el AVE camino de Madrid) era como si hubiéramos ganado la copa del mundo. ¡Que cosa más bonita!

Y nada, así acaba esta historia, que comencé a escribir a 11.285 metros de altura, mientras sobrevolaba Estambul.

Larga vida a los rallys. Larga vida a los findes en familia. Y larga vida a estas aventuras que te surgen a la vuelta de la esquina.

Haz cosas y te pasarán cosas.

 

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