Se buscan hombres. Viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. Regreso con vida dudoso. Honor y reconocimiento en caso de éxito.
Este fue el anuncio con el que Shackleton reunió a su tripulación para la expedición Endurance. Un puñado de locos, porque otra cosa no eran, que aceptaron embarcarse en una travesía suicida, a cambio de poco más que el privilegio de formar parte de algo más grande que ellos mismos.
Si lo piensas en frío, seguramente no le veas sentido, pero lo mismo... ¿Te suena?
Hay gente que nace con esa llamada. Que no puede evitar lanzarse a proyectos imposibles, a construir empresas en mitad de la tormenta, a programar durante noches enteras con la misma intensidad con la que otros buscan oxígeno.
Gente que olvida las vacaciones, el horario, el sueldo o el sentido común, porque hay una idea que tira de ellos como el hielo tiraba del Endurance.
No todo el mundo lo entiende.
Desde fuera, lo ven como una obsesión. Como un exceso. Como algo insano.
Les cuesta aceptar que alguien prefiera trabajar un domingo antes que salir a tomar algo. Que alguien hable con brillo en los ojos de una migración de servidores, o de una idea que todavía no tiene clientes, pero no lo deja dormir.
Les incomoda esa energía que no descansa, esa cabeza que no para, ese cuerpo que parece alimentarse de retos imposibles y no de fines de semana largos.
Te dicen que te estás perdiendo la vida. Que así no se puede vivir.
Pero lo dicen como si su forma de vivir fuera la única válida. Como si fuera menos irracional pasar horas haciendo scroll infinito que obsesionarse por algo que quieres construir con tus propias manos. Como si estuviera más cuerdo el que vive esperando a que llegue el viernes que el que se levanta cada día con ganas de que sea lunes.
No es fácil explicarlo. Y, la verdad, creo que tampoco hace falta.
Porque cuando estás metido hasta el cuello, cuando estás tan dentro que no ves el borde del proyecto, lo que piensen los demás importa poco. No estás aquí por aprobación. Estás aquí porque no podrías estar en otro sitio.
Y eso, aunque no lo entiendan, también es vivir. A veces, incluso más.
Pero en ese límite difuso entre la pasión y la locura es donde aparecen las cosas que importan. Las que quedan. Las que empujan el mundo un puto milímetro hacia adelante.
Aún te digo más: te van a decir que estás equivocado. Que la vida no es eso. Que hay que saber parar, respirar, desconectar.
Y te lo van a decir desde un medio, una aplicación o una red social que no existiría sin alguien que, hace años, eligió no parar. Que se obsesionó. Que se encerró semanas en un garaje, en una oficina sin ventanas, en una idea sin garantías.
Sin esa gente, los iluminados de la “vida tranquila” no podrían darte lecciones. Ni tú estarías leyéndome aquí.
Curioso, cuanto menos.
Pero da igual. No esperes que te aplaudan. No esperes que te comprendan. A Shackleton no lo entendieron hasta años después. A ti, si tienes suerte, puede que tampoco.
Si no la tienes, que será lo más normal, no te entenderán nunca y sentenciarán un "nunca fue feliz" en tu lecho de muerte.
Pero, aunque no lo creas, eso está bien.
Porque si estás ahí, si estás dándolo todo por algo que todavía no existe, si estás apostando más de lo que deberías, si te estás dejando la piel en una idea que apenas entienden dos personas más… no es porque estés perdido.
Es porque has elegido moverte. Empujar. Crear.
Vivir. Repetir. Mejorar.
Puede que no llegues al Polo Sur, que el barco se hunda, que no consigas el premio o el “éxito” de manual… pero al menos lo habrás intentado de verdad.
No serás de los que se quedaron viendo pasar la vida en una pantalla. No serás de los que opinan sin hacer, ni de los que critican sin arriesgar. No serás uno más haciendo scroll infinito, esperando que algo pase.
Estar en la expedición correcta no significa llegar. Significa haber salido.
Y tú, ya has salido.
Feliz Domingo.
Protecting what matters most
Todos aquí: https://go.ivoox.com/sq/2343562
He pensado en recopilar las cosas que me van viniendo a la cabeza mientras paso los días haciendo cosas...
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¿Y si lo que nos está matando no es el estrés, sino la falta de propósito?
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¿Cuántas líneas de código se necesitan para cambiar el mundo?
A veces, solo una… mal escrita.
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La IA no reemplazará a los programadores… aún.
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La contraseña del router es ‘admin123’, pero el logo de la empresa está bordado en la camisa. Prioridades.
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RPKI es como usar casco en bici: opcional, pero no hacerlo es de idiotas.
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Si tienes que preguntar si tus filtros funcionan, probablemente no lo hacen.
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Los enlaces que he ido recopilando:
Gracias por llegar hasta aquí.
Si has leído todo esto y no estás en medio de una expedición absurda, quizá deberías planteártelo. O al menos apagar el Wi-Fi un rato y pensar en ello.
Y gracias también por estar ahí cada domingo, seguimos hablando por los canales habituales: X y Telegram.
¿Cómo que expedición en barco? ¡Pero si te da miedo alejarte en la plata Dementor!